Riesgos de no proporcionar tratamiento hormonal a las personas transgénero/transexuales


Los pacientes transexuales que se presentan para ser tratados están casi universalmente altamente motivados y frecuentemente ansiosos por obtener la reasignación sexual médica y quirúrgica. Cuando un hombre transgénero busca atención médica para comenzar un tratamiento hormonal, frecuentemente ya ha adquirido una buena cantidad de información de fuentes tanto fiables como de otras más dudosas. Frecuentemente ha visto a un psicoterapeuta que podría o no haberlo diagnosticado con trastorno de identidad de género (TIG) [actualmente disforia de género] y haberlo referido para tratamiento. Ocasionalmente puede haber empezado ya un tratamiento hormonal sin supervisión médica y con mayores riesgos.

El profesional al que se solicita tratamiento hormonal debe por tanto tener una conversación abierta y franca con su paciente sobre su conocimiento, expectativas, y uso previo de andrógenos. Es fundamental hablar de esto con una actitud no sentenciosa porque los pacientes pueden ser menos sinceros si sienten que su acceso a las hormonas podría ser puesto en peligro por ello.

En algunos casos los profesionales pueden pensar que un paciente no está preparado por razones sociales, médicas, o psicológicas, para empezar el tratamiento hormonal. Si este es el caso, es fundamental hablar de esto honestamente con los pacientes y compartir completamente las preocupaciones del profesional. También es imperativo indicar los pasos que el profesional y el paciente pueden tomar para rectificar las preocupaciones del profesional y alcanzar el objetivo máximo del paciente de una reasignación de sexo satisfatoria y segura.

Sin embargo, los profesionales no deben tener en cuenta sólo los efectos adversos de sumunistrar hormonas, sino las consecuencias de denegar el acceso a un tratamiento hormonal médicamente supervisado.

Los pacientes que no pueden acceder a un tratamiento médicamente supervisado puede que utilicen “suplementos dietéticos”, que compren hormonas ilegalmente, y que compartan prescripciones para hormonas así como agujas para las inyecciones. Los riesgos de infecciones de transmisión sanguínea pueden ser considerables en algunas poblaciones transgénero1. Si se conoce el uso ilícito, los profesionales deben aconsejar contra tal uso. Sin embargo, incluso si el profesional no quiere recetar hormonas, proporcionar agujas limpias para los pacientes es una opción disponible de reducción de daños. Esto ayudará a asegurarse de que el paciente se sienta seguro revelando sus prácticas, y a asegurarle que el principal deseo de su profesional es proteger su salud. Además, la honestidad del paciente sobre el uso de hormonas sin recetas puede ayudar a los profesionales a proporcionar evaluaciones más apropiadas que se describirán más adelante. En el caso de pacientes que no cumplen con otros comportamientos saludables recomendados (dejar de fumar, prácticas sexuales seguras, dieta, etc.), debe proporcionarse atención y monitorización igualmente para minimizar las consecuencias adversas de las elecciones y comportamientos reales del paciente. Igual que a un paciente con diabetes mellitus no se le denegarían exámenes apropiados de prevención, ni tratamiento, independientemente de no adherirse a una dieta adecuada, los pacientes que eligen utilizar hormonas sin receta deberían ser monitorizados y tratados apropiadamente basándose en el tratamiento hormonal que están utilizando realmente.

Además, aparte de los riesgos puramente médicos de un tratamiento hormonal sin supervisión, el no tratamiento de los pacientes transgénero puede resultar en consecuencias psicológicas considerablemente peores. Los índices de suicidio son significativamente menores en pacientes transgénero tratados que en los no tratados. Los pacientes transexuales no tratados tienen índices de suicidio tan altos como el 20%, mientras que los hombres trans tratados tienen índices de suicidio de menores al 1%2,3. Curiosamente, aunque en la población general las mujeres cisgénero tienen intentos de suicidio más del doble de frecuentes que los hombres cisgénero, los estudios en pacientes transexuales muestran un mayor número de intentos de suicidio en mujeres transgénero que en hombres transgénero4. Parece que en esta variable psicológica, las mujeres transexuales se parecen más a las mujeres cisgénero y los hombres transexuales se parecen más a los hombres cisgénero.

Los pacientes transgénero, debido a su identidad de género, tienen también un riesgo considerable de acoso y violencia relacionada con el odio5. A diferencia de muchas mujeres transgénero, algunos hombres trans reportan una disminución de tales riesgos de acoso interpersonal y violencia cuando realizan la transición conforme los efectos de la testosterona hacen que sea más fácil que sean percibidos como hombres en sociedad.

Otra preocupación a veces expresada por los profesionales como razón para dudar al suministrar tratamiento hormonal es la posibilidad de que los pacientes queden insatisfechos con los resultados de la reasignación sexual y que se arrepientan de haberse sometido a tal tratamiento. Esto es especialmente un miedo en los hombres trans debido a la eficacia de la testosterona al producir características sexuales secundarias masculinas dramáticas y a veces irreversibles. Sin embargo, en la práctica, la gran mayoría de pacientes están satisfechos con el tratamiento y los arrepentimientos verdaderos son bastante raros6,7,8.

En resumen, los profesionales deben darse cuenta que aunque hay algunos riesgos para los pacientes que se someten a reasignación sexual hormonal, hay probablemente riesgos mucho mayores asociados con no dar tal atención. Aunque la máxima primum non nocere es importante, es fundamental tener en cuenta la cita completa de Hipócrates en Epidemias: “en cuanto a las enfermedades ten por costumbre lo siguiente: ayudar, o por lo menos, no hacer más daño.” La inacción debido a un miedo no realista de posibles eventos adversos puede realmente hacer daño al paciente más que el tratamiento propuesto como tal.

Por tanto, deben examinarse los sentimientos personales de reticencia que profesionales concretos pueden tener hacia prescribir un tratamiento hormonal con hormonas del sexo opuesto como “alterar” un cuerpo normal y sano. Para un hombre trans, un cuerpo femenino no es ni normal ni sano y no abordar esto puede tener consecuencias desastrosas para el paciente. Ningún profesional debería dudar en ofrecer un tratamiento en gran parte seguro y efectivo que disminuye el riesgo relativo de consecuencias que ponen en riesgo la vida en un 2000%. Y aun así los profesionales dudan sobre ofrecer tratamiento androgénico a pacientes transexuales masculinos a pesar de la disminución en tendencias suicidas desde aproximadamente el 20% hasta menos del 1%. (Reducción absoluta de riesgo de alrededor del 20%, reducción relativa de alrededor del 2000%).

Simplemente que una condición o los pacientes con esa condición desafíen las normas sociales o puedan incomodarnos personalmente, no nos exime de nuestra responsabilidad como profesionales de la salud: proporcionar a nuestros pacientes la atención que les ofrece la mejor calidad y cantidad de vida posible. Ciertamente, son estas situaciones precisamente las que nos permiten realizar el servicio por el cual la mayoría de profesionales inicialmente entró en la medicina: sanar.
1Lombardi E. “Enhancing transgender health care.” A J Public Health. 91(6):869-872. 2001.
2Lundstrom B, et al. “Outcome of sex reassignment surgery.” Acta Psychiat. Scandinavia. 70:289-294. 1984.
3Kuiper, M and Cohen-Kettenis, P. “Sex reassignment surgery: A study of 141 Dutch transsexuals.” Archives of Sexual Behavior. 17(5):439-457. 1988.
4Lundstrom, B, et al. “Outcome of sex reassignment surgery.” Acta Psychiat. Scandinavia. 70:289-294. 1984.
5Lombardi E. “Enhancing transgender health care.” A J Public Health. 91(6):869-872. 2001.
6Michel A, et al. “The transsexual: What about the future?” Eur Psychiatry. 17:353-362. 2002.
7Smith Y, et al. “Sex reassignment : Outcomes and predictors of treatment for adolescent and adult transsexuals.” Psychological Medicine. 35: 89-99. 2005.
8Bodlund O, and Gunnar K. “Transsexualism – General outcome and prognostic factors: A five year follow-up study of nineteen transsexuals in the process of changing sex.” Arch of Sexual Behav. 25(3):303-316. 1996.

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